Dir. Juan Martínez Moreno.
Tomás,
un joven escritor con no demasiado éxito, vuelve a Arga, un pequeño
pueblo de Galicia donde pasó su infancia y que al cabo de los años
pretende convertirlo en hijo predilecto. Una vez allí, Tomás no
tarda en reencontrarse con viejos conocidos como Calisto, un amigo de
la infancia, o su tío Evaristo, quien se ha convertido en el alcalde
y cura del pueblo. Mientras espera con orgullo recibir el
reconocimiento, el desgraciado novelista verá que la verdadera
intención de los habitantes de Arga es sacrificarlo, pues es el
último vástago de los Mariño, una familia sobre la cual pesa una
terrible maldición.
Si repasamos la
filmografía española comprobaremos que no existe un solo título
que sea netamente de hombres lobo desde la última entrega de la saga
Waldemar Daninsky, que se despedía de una manera decepcionante con
la nefasta “Licántropo: el asesino de la luna llena” (Francisco
Rodríguez Gordillo, 1996). Por ese motivo, puede que los amantes del
género estemos de enhorabuena. Y no sólo porque nos hallemos ante
una película con un diseño de producción envidiable en la que el
humor y el horror se dan de la mano con bastante buen tino, si no
porque se podría decir que “Lobos de Arga” es el único film
español que ha ambientado la licantropía en su territorio nacional
con todas sus consecuencias fantásticas. Y es que si volvemos a
echar la vista atrás, las únicas películas que tratan este
subgénero son las ya nombradas películas de Paul Naschy – cuyo
personaje Waldemar Daninsky, recordemos, tenía orígenes polacos -,
y de manera muy distinta la excelente “El bosque del lobo” (Pedro
Olea, 1970) y “Romasanta, la caza de la bestia” (Paco Plaza,
2004), dos filmes que abordaban al lobisomem gallego de una
manera más realista y alejada del fantástico y que estaban basadas
ambas en la figura de Manuel Blanco Romasanta - el único hombre
condenado por licantropía en España del que se tiene constancia -,
aunque habría que apuntar que el filme de Plaza se queda en tierra
de nadie al mostrar de repente una extraña y breve transformación
de hombre a lobo (muy potente, por cierto) que no encaja para nada
con el tono usado durante el resto del film. Lejos de estos ejemplos,
tan sólo podemos apuntar breves apariciones sin importancia en
títulos como “Un vampiro para dos” (Pedro Lazaga, 1965) o
“Buenas noches, señor monstruo” (Antonio Mercero, 1982), así
que podemos asegurar que al fin se ha hecho en este país una
película de “hombres lobo” verdaderamente castiza.
Juan Martínez Moreno,
director de la interesante “Dos tipos duros” (2003), toma
prestado el humor gamberro de “Zombies Party” (Shaun of the
dead, Edgar Wright, 2004) (1) para contarnos esta rocambolesca
historia de licántropos que viene encabezada por un excelente y
solemne prólogo narrado mediante unas impecables ilustraciones.
Dicho prólogo nos adentra en la típica película de hombres lobo de
aires góticos - con su gitano correspondiente y la imprescindible
maldición que cae sobre la familia de turno, en esto caso la de los
Mariño – para después, saltar un siglo y relatarnos las
desventuras de Tomás en un tono mucho más jocoso e informal. De
hecho, aunque Martínez Moreno haya declarado que entre sus fuentes
de inspiración se encontraba la imperecedera “Un hombre lobo
americano en Londres” (An american werewolf in London, John
Landis, 1981) - con su cuidada mezcla de humor y terror -, durante el
visionado de “Lobos de Arga” se hace plausible que el realizador
y guionista ha echado mano de la nombrada cinta de Wright, film que
también le sirvió de guía a la hora de escribirlo, tal y como ha
confesado. Así pues, en lo que a comedia se refiere, “Lobos de
Arga” es algo irregular pues tiene momentos que funcionan muy bien,
como por ejemplo, la escena en la que Tomás es obligado a cortarse
un dedo; y otros totalmente fortuitos y cansinos, como la
reincidencia que se da durante la película sobre el pasado como
follaovejas de Calisto. Los disparatados personajes del film son algo
estereotipados – el escritor fracasado, el editor embaucador, el
amigo tonto del pueblo… - y quizás carezcan de algo de
profundidad, pero los actores sacan provecho de una vis cómica en
estado de gracia y Gorka Otxoa nos regala la mejor actuación de su
carrera desde el Chema de “Pagafantas” (Borja Cobeaga, 2009). A
pesar de lo dicho, algún personaje se sale de madre, como el guardia
civil interpretado por Luis Zuhera, que pasa de ser un funcionario
más bien simplón a un héroe que parece salido de “Jungla de
Cristal” o “Rambo” (aunque al menos rompe con el estereotipo de
picoleto cuadriculado del que hace gala su torpe compañero, ya que,
según cuenta, lee a Poe y a Lovecraft).
El apartado terrorífico
del film es el que mejor funciona, pues “Lobos de Arga” tiene el
enorme acierto de no utilizar los dichosos efectos infográficos para
recrear a los hombres lobo y sus transformaciones – recurso que ha
venido lastrando la mayoría de producciones de este género durante
los últimos años -, aunque si que se utiliza algún morphing
de manera escueta. Estamos por tanto ante una película que hace un
buen uso del maquillaje y que tiene un diseño de las bestias que
haría palidecer al mismísimo Rick Baker. Pero además consigue
escenas de una gran tensión como las recreadas en las mazmorras -
que quizás quieran evocar a las producciones daninskianas de
los setenta-, aunque a veces, todo hay que decirlo, el continúo
sentido del humor socarrón de la película las eche por tierra como
ya apuntábamos anteriormente.
También habría que
apuntar que “Lobos de Arga” se toma algunas licencias respecto a
otras películas de hombres lobo, pues en el caso que nos ocupa no es
necesario la plata para terminar con los licántropos, si no que por
el contrario cualquier arma sirve para liquidarlos llegando al punto
de llegar a utilizar ¡¡estacas!! Por lo demás nos hallamos ante
una historia solvente que sabe jugar con la incertidumbre que se crea
entorno a los designios de la maldición, pues como comprobaremos, no
resulta tan fácil terminar con ella como con los alobados del film.
(1)De hecho parece un
tanto paradójico que el título que se le ha dado a la película en
el Reino Unido sea “Party of Wolves”. ¿Estamos ante una
venganza por el ridículo título que se le dio a la película de
Wright en el mercado español?