“Ningún hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por dejar de serlo”. Clive Staples Lewis.

martes, 21 de diciembre de 2010

Psicotronía licántropa (Vol. II)

THE GEEK (1971)
Aquí traemos una nueva entrega de cine licántropo, pero del licántropo bizarro y psicotrónico.  De ese que tanto nos (dis)gusta. En primer lugar nos encontramos con The Geek, una producción pseudo pornográfica que gira en torno a un grupo de jovenzuelos que, en mitad de las montañas, se disponen a buscar una cosa que ellos llaman Sasquatch, un enorme monstruo peludo también conocido como bigfoot, pie grande, el yeti o el abominable hombre de las nieves. Un ser primitivo del que no se conocen pruebas fehacientes de su autenticidad y que se aprovecha de la mitología y el folclore para mantenerse vivos en el colectivo de muchas personas crédulas. El ejemplar que nos encontramos en esta película, pero, es una especie poco común, pues más que un yeti parece un hippy peludo y cachondo vestido con un enorme abrigo de piel.




La película es todo un despropósito y una mera excusa para mostrar carne a los espectadores de la época, gracias a los filtreos que se dan durante el metraje entre los propios excursionistas e incluso entre dos muchachas del grupo y la abominable bestia de las nieves... ¡Antológica la escena en la que una joven se acerca al monstruo en son de paz y este le pone a cuatro patas y… y…


Caspa, infortunio y nulo interés artístico y licántropo en esta cinta barata de apenas 50 minutos. Pero desde luego el fallo más llamativo de este mediocre mediometraje es que nuestro protagonista peludo ¡¡la tiene pequeña!!



 WEREWOLF IN BANGKOK (2005)
Nuestra segunda aportación licántropa es mucho más interesante y divertida. Caspa también tiene, y psicotronía, pero en este caso mejor llevados y en una producción mucho más moderna y lujosa. Se trata de una película tailandesa del 2005 dirigida por Viroj Thongsiew, en la que Frank, un joven gordinflón que está al cuidado de su sobrina, una niña pedorra y traviesa, será atacado por un hombre lobo cuando intentaba huir de una banda de mafiosos que controlan la zona. Así que Frank se convertirá en un [medio] hombre lobo [perro] cuando la luna llena… ¡qué digo luna llena! ¡Cuando la luna creciente corona el cielo! Por si fuera poco, en la película veremos a varios hombres lobo (en total tres), y lo más llamativo es que uno de ellos es un tipo con síndrome de down. E incluso también veremos una fusión entre licántropos, ¿qué más se le puede pedir a una película? 





El tema de la licantropía es tocado en este film de un modo muy innovador y original, como no podía ser menos viniendo del páis de donde viene. Ásí que las transformaciones, por ejemplo, sin ser nada del otro mundo, son presentadas de una manera única: nuestros alobados se quitarán la piel desgarrándose con sus propias zarpas, y como si de una máscara se tratase  dejarán ver al espectador su mitad animal. Lástima que por otro lado utilicen el tan nefasto morphing (ese que tan malos resultados ha dado en estas producciones), para alargar el rostro transformado de Frank, como si de Aullidos, Un hombre americano en Londres o En compañía de lobos se tratase.




Werewolf in Bangkok es una locura de cabo a rabo que consigue un buen resultado gracias a un humor bastante zafio y gamberro con el que uno no tiene más remedio que reírse a culo abierto. Sirva de ejemplo el momento en el que nuestro protagonista, sufriendo los primeros síntomas de su maldición lobuna, intenta mantener una cópula con una perra callejera. Toda una sorpresa que hará las delicias de todos aquellos que busquen una película de hombres  lobo totalmente diferente y, lo más importante, decente. Si tienen la ocasión no se la pierdan.


CREATURE FEATURE (2010)
Cutre película pornográfica, mitad gonzo, en la que mediante la presentación de una especie de Elvira o Vampira (Sunny Lane), veremos a los monstruos clásicos de toda la vida, - la momia, el conde Drácula, el novia de Fuckenstein (!), un zombie y, como no, el hombre lobo -, dando caña a un puñado de bellezas la mar de suculentas.




El episodio que aborda el hombre lobo, claro está, brilla por ser de una pobreza de medios y una cutrez espantosa (pero quien se detiene a mirar estas cosas en una película porno, eh). Nuestro protagonista (Tommy Gunn), se convierte en hombre lobo y se topara con una asustada joven con la cara y las curvas de Lizz Tayler, a la que fornicará cual perro en celo. Al eyacular el alobado volvemos a toparnos con otra sorpresa, y esa es que, al parecer, los flujos vaginales de Tayler contienen algún remedio contra la licantropía, ya que una vez terminado el coito, nuestro protagonista volverá a su estado humano.
¡Así cualquiera!  


domingo, 21 de noviembre de 2010

LAS "CASAS" DEL HOMBRE LOBO


Si por algo se ha caracterizado el cine de terror de la Universal de los años 30/40 es por sus tres grandes monstruos: Drácula, el monstruo de Frankenstein y el hombre lobo (con Larry Talbot). Varías películas los tuvieron como protagonistas, aunque en el caso del ya tardío hombre lobo, sus aventuras venideras siempre se vieron ligadas a la de los otros monstruos en películas como Frankenstein y el hombre lobo y en dos exquisitos pastiches que reunía a los tres: La zíngara y los monstruos y La mansión de Drácula, ambas dirigidas por (todo el mundo de rodillas) Erle C. Kenton, un señor que venía de dirigir piezas de indudable valor para el fantástico como lo son El Fantasma de Frankenstein o La isla de las almas perdidas (filme del que hablaremos más adelante, en este, vuestro blog licántropo). Lo más curioso es que, en la segunda reunión de los monstruos, nuestro desdichado Larry Talbot conseguía por fin erradicar su maldición (al parecer la solución la tienen unos hongos y una operación de cráneo que impide la presión que tenemos nosotros los licantrophus en el cerebelo…), con lo cual, si tuvimos una “house” de Frankenstein (La zíngara y los monstruos), y otra de Drácula (La mansión de Drácula), “The house of the wolfman” jamás se llegó a rodar, y eso que Larry Talbot volvería a hacer de las suyas junto a Lou Costello y Bud Abott. Pues bien, se podría decir que después de más de 60 años podremos disfrutar al fin de la “casa” que faltaba.


Se trata, como no, de The House of the Wolfman, una producción low-cost e independiente realizada con exquisito gusto y teniendo muy presente los clásicos de la Universal. Obviamente, nuestro insigne Larry Talbot no aparece entre los personajes (se apoderó de él Benicio Del Toro para su remake), pero en un ejercicio de nostalgia y dedicación extraordinarios, esta pequeña producción cuenta con Ron Chaney, el mismísimo nieto de Lon Chaney Jr., en el papel del alobado. De ese modo, nuestro “moderno” Chaney, se convertirá en hombre lobo pero… ¡oh, lástima! sin los preciosos encadenados que caracterizaron las antiguas producciones licántropas. El maquillaje, por otro lado, se aleja como cabía de esperar del que realizó Jack Pierce y el alobado en cuestión, - que por cierto, en su metamorfosis total está encarnado por otro actor que no es Chaney -, es uno de los hombres lobo más saltimbanquis que he visto últimamente.

Pero ya que estamos, aprovechemos la ocasión para hacer un breve repaso a las tres “casas” del hombre lobo:


LA ZINGARA Y LOS MONSTRUOS (HOUSE OF FRANKENSTEIN, 1944)

El Doctor Gustav Niemann (Boris Karloff), un alocado que quiere continuar con los experimentos del Doctor Fankenstein, huye de la prisión junto a Daniel (Joseph Carrol Naish), su ayudante feo y chepado al que le ha prometido una figura más esbelta y agradable. En su camino se toparán con una feria ambulante que les ayudarán en su huida y en la parada, según les cuenta el Profesor Bruno Lampini (George Zucco), se exhibe el esqueleto del mismísimo Conde Drácula (John Carradine), aparentemente muerto debido a la estaca que tiene clavada en el corazón. Pero el Doctor Niemann tiene oscuras intenciones, así que con la ayuda de Daniel mata a Lampini para hacerse pasar por él, y devolverle de ese modo la vida a Drácula, al que le quita la estaca con la condición de que este le ayude a deshacerse de la policía. Finalmente el Conde Drácula, que hacía de las suyas con la hija del jefe de policía, es descubierto y aniquilado por los rayos del sol, mientras que Niemann y Daniel huyen y se cobijan en una comuna gitana. Allí Daniel se enamorará de una gitana muy bailona llamada Ionka (Elena Verdugo), así que con tal de acelerar su proceso de “embellecimiento” para poder enamorarla, él y el Doctor Neimann acceden al castillo de Frankenstein en busca de los escritos de sus experimentos. Pero, miren ustedes por donde, allí encuentran al hombre lobo y al “monstruo” congelados (entendemos de ese modo que esta película viene justo a continuación de Frankenstein y el Hombre Lobo, donde ambos quedaban sepultados al final de la película). Una vez descongelados, el Doctor Neimann accede a ayudar a Larry Talbot, al que piensa transplantar el celebro del “monstruo” y así erradicar su maldición. Pero con lo que no contaba Neimann es que entre Talbot y la gitana Ionka nace una tierna historia de amor, y el feo y deforme de Daniel no parece gustarle demasiado la idea.





La Zingara y los monstruos es sin duda, una obra maestra indiscutible y el mejor pastiche que ha dado el cine de terror clásico de la Universal. Además, a parte de contar con la prodigiosa interpretación de Boris Karloff y la maestría de Kenton tras las cámaras, vemos en ella reflejada uno de los mayores ejercicios de síntesis jamás realizados en un guión de terror, ya que en una misma película se nos cuentan varias historias diferentes con un ritmo envidiable y teniendo como eje central al personaje del Doctor Neimann y su ayudante jorobado. Y todo ello por obra y gracia de Edward T. Lowe sobre una historia de nuestro insigne Curt Siodmak.





LA MANSIÓN DE DRÁCULA (HOUSE OF DRACULA, 1945)

El Dr. Franz Edelmann (Onslow Stevens), un hombre de bien que trabaja junto a sus dos enfermeras (una de ellas jorobada, pero más buena que el pan), recibirá la inusitada visita de, ni más ni menos, el Conde Drácula (John Carradine) y Larry Talbot (Lon Chaney Jr.) para que les cure de sus problemas sobrenaturales. Así pues, Edelmann encuentra en su sangre un anticuerpo para la sangre contaminada del conde y cuando se dispone a hacer una transfusión, el tramposo vampiro le hipnotizará y cambiará el sentido de las sondas, causando de eso modo la contaminación del buen Doctor y convirtiéndolo en una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde (con su mitad buena y su mitad mala). Por otro lado también encontramos al monstruo de Frankenstein, que Edelmann (ya en estado esquizofrénico) piensa en reanimar; mientras que un suicidario Talbot logrará por fin, tal y como hemos apuntado con anterioridad, salvar su alma gracias a una operación quirúrgica y unos hongos que deben ser más alucinantes que los que me metí yo una vez que fui a los San Fermines…




Con un guión de Edward T. Lowe una vez más, aunque en este caso sin Siodmak, La Mansión de Drácula acaba teniendo un resultado bastante más simple que la anterior “house” y su conglomerado de diferentes historias no tiene la consistencia de su predecesora. Pese a ello, esta Mansión de Drácula resulta un film bastante oscuro y desquiciado gracias al ambiguo personaje de Edelmann y a un Larry Talbot mucho más sufridor e insoportable que de costumbre, llegando incluso a intentar suicidarse tirándose por un acantilado (lo más chocante de todo es que finalmente consiga sobrevivir y curarse). Por parte de la dirección de Kelton encontramos nuevamente algunas pesquisas de genialidad en su puesta en escena y en el montaje (de Russell F. Schoengarth),  como la hipnótica y pesadillesca secuencia en la que el Dr. Edelmann se vuelve un ser deplorable (en ellas veremos de refilón algunas escenas de La Novia de Frankenstein). Con todo ello, La Mansión de Drácula, que en un principio se iba a llamar The Wolfman vs Drácula (con Bela Lugosi y Lon Chaney Jr. como protagonistas), se supone un divertimento sin paliativos y una de mis películas favoritas de la Universal.





HOUSE OF THE WOLFMAN (2009)

El Doctor Bela Reinhardt (nombre compuesto por Bela Lugosi y Max Reinhardt), invita a su mansión a un grupo de desconocidos, entre los cuales encontramos a una rata de biblioteca, una morena macizorra a lo Bettie Page, un joven atleta y su hermosa hermana, y un aventurero cazador acompañado de sus esclavos negros. Allí los unos y los otros empezarán a sospechar de Reinhardt y de sus verdaderas intenciones, ya que por un lado los cuadros parecen tener ojos y por otro, uno de los siervos del apuesto cazador ha descubierto unas huellas de un enorme animal que puede que pertenezcan a un hombre lobo. Finalmente los invitados descubren que Reinhardt les ha invitado para que alguien sea su sucesor, pero lo que no saben es que los otros serán “eliminados”, así como otras sorpresas que descubrirán durante su estancia (como averiguar que todos ellos son adoptados y que en realidad son… ¡hijos del Doctor Frankenstein!).



En esta nueva reunión de monstruos también encontraremos a una desaliñada y tuñida bruja madre de Reinhardt, a un enorme siervo de nombre Barlow, unas tétricas damiselas no-muertas e ¡incluso de pasada veremos el bastón con empuñadura de plata y forma de lobo! Todo ello adornado con un bonito score y una planificación bastante loable. Como es lógico, el resultado está a años luz de sus precursoras, en el guión no se consigue realizar un conglomerado de historias independientes que nos resulten más o menos interesantes, tal y como ocurría en La Mansión de Drácula y sobretodo en La Zingara y los Monstruos (el final, por ejemplo, hunde el conjunto). Por lo tanto, aunque como película en sí resulte bastante pobre, como homenaje consigue ser un ejercicio de lo más estimulante. Es por ese motivo que cualquier amante del cine de terror clásico se deleitará de nuevo con esos castillos hechos de maqueta, con esos relámpagos que iluminan las instancias oscuras de los pasillos o soltará alguna lagrimilla con esos escenarios de cartón piedra. Incluso en House of the Wolfman se volverá a dar de nuevo una cruenta batalla entre el hombre lobo y el “monstruo” (aunque está vez más salvaje y con los dos monstruos atizándose unos buenos mamporros, muy al estilo de la WWE), o un plano calcado al Drácula de Tod Browning, con Michael R. Thomas (maquillador y actor a quién está dedicada la película, pues murió al poco de terminarla) en las funciones que hicieron famoso a Bela Lugosi.






Así pues, si tienen ganas de que les vuelva a palpitar el corazón, anímense a ver esta interesante y sana película que no hace daño a nadie y que está realizada única y exclusivamente por y para nostálgicos.