Puede que sea injusto
incluir este título en mi selección de “psicotronía licántropa”.
Sobra decir que estamos ante un film de impecable calidad. Una
película con unas interpretaciones que sin ser nada del otro mundo
resultan convincentes, que tiene una buena dirección, fotografía,
y unos efectos especiales que, para la época (e incluso a día de
hoy), resultaban de lo más espectaculares (sólo basta ver la escena
en la que el hombre lobo salta sobre el conde Drácula transformado
en murciélago y caen juntos por un precipicio). Si, tienen razón,
“Abbott y Costello contra los fantasmas” no debería verse
comparada con piezas de lo más cochambrosas como “Dracula, the
dirty old man”, pero es que en esto de la psicotronía no todo
tiene que ser de mala calidad artística y/o técnica. La psicotronía
también abarca (o al menos debería) producciones más “mainstream”
o propulsadas por los grandes estudios (como es el caso que nos
ocupa), así que si hay un título que haya marcado de una manera
significativa el deterioro de los monstruos de la Universal, ese es
“Abbott y Costello contra los fantasmas”. Por injusto que sea,
este film arruinó de una manera fulminante la carrera de Bela
Lugosi, que terminó sus días colaborando con el rey de la serie Bé,
Ed Wood; y de un modo más lento (y agonizante) con la de Lon Chaney
Jr., que acabó sus días como actor junto a otro rey, en este caso
del cine trash, Al Adamson. Si bien es verdad que la carrera de ambos
flaqueaba desde hacía un tiempo – “The return of the Ape Man”
y cintas con un tono paródico como “Zombies on Broadway” con
Alan Carney, fueron los pasos previos de Lugosi antes del declive
definitivo; mientras que Lon Chaney Jr. logró mantenerse en títulos
alejados del terror, como el western en “Alburquerque” o la
comedia “Morena y peligrosa”, en ambos casos en papeles
secundarios -, “Abbott y Costello contra los fantasmas” sería el
punto de inflexión definitivo en sus respectivas trayectorias. En el caso de Lugosi
desterrándolo a la autoparodia más descarnada en films como “Old
Mother Riley meets the vampire” o “Bela Lugosi meets a Brooklyn
Gorila”; y en el de Chaney Jr. sobreviviendo en diferentes series
de TV, o nuevamente en roles cada vez más pequeños para comedias,
westerns o cine de aventuras – aunque en su caso, resta decir que
llegó a colaborar con directores de renombre como Michael Curtiz
(“El muchacho de Oklahoma”), Stanley Kramer (“Fugitivos”),
André de Toth (“El honor del capitán Lex”) o Fred Zinnemann
(“Solo ante el peligro”) -; y por otro, como no, en títulos de
serie Bé afincados en el fantástico como “The bride of the
gorilla”, “Indestructible Man” o “The alligator people”. De
hecho, resulta un tanto paradójico que Lon Chaney Jr. no volviera a
enfundarse en la piel del hombre lobo hasta llegar a la producción
mexicana “La casa del terror” (de la que ya os he hablado en este
blog), una comedia bizarra y esperpéntica para lucimiento del cómico
Tin Tan y que, cosas del destino, guarda un punto de partida similar
a “Abbott y Costello contra los fantasmas”. Así pues, una vez
aclarado este asunto, vayamos con la película que mató al hombre
lobo más importante de la historia del cine.
Sus asesinos, Abbott y
Costello, eran dos comediantes que ya habían coqueteado con el
género fantástico en “Agárrame ese fantasma” - pero sin llegar
a sus últimas consecuencias ya que finalmente resultaba ser todo una
falsa y el fantasma no lo era tanto – antes de llegar a “Abbott y
Costello contra los fantasmas”, de la que se dice que en un principio era una película seria (bajo el título de "The brain of Frankenstein") y que, por cuestiones no muy claras, desencadenó en el presente film. Sea como fuera, esta comedia, aún duplicando el
presupuesto de, por ejemplo, “La zíngara y los monstruos”, otro
de los pastiches con monstruos anteriores de la Universal, sería una
de sus apuestas menos arriesgadas para 1948. De hecho, ni siquiera
Lou Costello daba un duro por la película, llegando inicialmente a
negarse a participar en ella. Sin embargo nadie puede dudar que esta
cinta es una de las más recordadas del la pareja cómica, por no
decir la más, y uno de los títulos más rentables de la Universal
de aquel año. En el film nos cuentan la historia de Chick (Bud
Abbott) y Wilbur (Lou Costello), dos trabajadores de una oficina de
correos, que tienen que llevar dos paquetes - con los que dicen que
son los restos del Conde Drácula y el monstruo de Frankenstein - al
museo de los Horrores del Sr. McDougal (Frank Ferguson). Sin embargo
en plena faena el cuerpo de Drácula (Bela Lugosi) vuelve a la vida y
escapa del lugar junto al gigantesco monstruo verde (Glen Strange),
refugiándose en la mansión de la femme fatale Sandra Mornay
(Leonore Aubert) que planea trasplantarle un cerebro nuevo a la
criatura del Dr. Frankenstein. Por otro lado tenemos al malogrado
Larry Talbot (Lon Chaney Jr.) que, conociendo el destino y el
contenido de los paquetes que han llevado al museo, decide volar
desde Londres con tal de acabar con los dos famosos monstruos y de
paso echar una mano a esta desastrosa pareja. Aunque, eso sí,
lamentablemente y como viene siendo habitual, Talbot tiene el
desafortunado hándicap de convertirse en licántropo durante las
noches de plenilunio.
Como es de esperar la
historia se desarrolla a base de gags de lo más insípidos que se repiten casi
sistemáticamente hasta la saciedad, en los que el tontorrón de
Wilbur presencia una y otra vez como los monstruos toman vida,
mientras que el más “espabilado” Chick no se da cuenta de nada y
piensa que son todo fantasías de su estúpido y miedica compañero
(quizás el momento más álgido de ellos sea aquel en el que Wilbur
irrumpe en la habitación de Talbot cuando éste ya está transformado
en hombre lobo y no se percata del peligro que corre). Sin embargo,
lo que se podría destacar de esta película es la relectura que se
le podría dar. Y es que salta a la vista que, por encima de Drácula,
Frankenstein y el hombre lobo, la verdadera villana del film es el
personaje interpretado por la bella Leonore Aubert, que mediante sus
dotes seductoras agasaja al bobalicón Wilbur con tal de controlarlo.
Ni vampiros, ni monstruos revividos por el mad doctor de
turno, ni hombres lobo, aquí lo interesante es ver como Aubert
despliega toda su sensualidad para controlar al estúpido de Wilbur y
lo vulnerable que resulta éste ante la belleza. Por decirlo de otro
modo, “Abbott y Costello contra los fantasmas” nos enseña los
susceptible que es el “hombre bobo” ante las mujeres y lo
maleable que son cuando caen en su poder.
Como venía siendo habitual,
esta nueva reunión de monstruos no guarda ninguna relación directa con las anteriores
aventuras del hombre lobo ya que, tal y como sabemos, en la previa
“La mansión de Drácula” Larry Talbot conseguía liberarse de su
maldición. Pero el caso es que tampoco debería haber sido la última
ya que, tal y como señalábamos con anterioridad, al final de la
cinta el hombre lobo se tira por un precipicio junto al Conde Drácula
y caen al mar. ¿Esta era la letal y definitiva manera en la que
debía morir una de las criaturas inmortales de la Universal? Nunca
lo sabremos porque, como ya hemos dicho, fueron Abbott y Costello los
que asesinaron realmente al hombre lobo, al monstruo de Frankenstein
y a Drácula. Pero no contentos con ello, poco tiempo después irían
a por el hombre invisible y a por la momia. Casi nada.
Pero eso ya es
otra historia.