“Ningún hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por dejar de serlo”. Clive Staples Lewis.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Un hombre lobo americano en Londres vs Aullidos


Un hombre lobo americano en Londres por Rufus.

John Landis, conocido director de comedias como Desmadre a la Americana, Entre Pillos anda el juego o El Príncipe de Zamunda, tuvo la acertada idea de dirigir en 1981 este valioso film de hombres-lobo. ¿Y por qué llamo "valioso film" a esta película?, se preguntarán ustedes. ¿Por qué no me decanté por Aullidos? Verán, Aullidos es un maravilloso film, constituido por la dirección de un gran director como Joe Dante, con una excelente fotografía, una deliciosa banda sonora (de ambiente terrorífico y onírico) creada por Pino Donaggio (Vestida para Matar, de Brian de Palma 1980), y unos increíbles efectos especiales de Rob Bottin, - los cuales paradójicamente fueron diseñados originalmente por Rick Baker y que abandonó al estar comprometido con Landis, pasando así el encargo a su alumno (Bottin). Esos diseños derivaron en los hombres lobos de orejas largas que vimos en el film de Dante y a Baker le tocó rediseñar a la bestia.


¿Qué se puede decir, en el caso de Aullidos, de por ejemplo Dee Wallace Stone o de Robert Picardo que no sea que son unos interpretes maravillosos? O John Carradine, el padre del clan de actores, que realizó un entrañable papel para la película; o esa loba (en el doble uso de la palabra), llamada Marsha y que encarnó Elizabeth Brooks. Todo estupendo, pero ahí no estiba la importancia de la película en lo que se refiere a compararla con el film de Landis. Veran, Aullidos es un film "a la antigua usanza" de terror. Utilizo este término no para hacer alusión a los clásicos de la Universal como The Wolfman (George Wagner 1941) con Lon Chaney Jr, o el clásico de la Hammer La Maldición del Hombre lobo (Terence Fisher 1961) interpretada por Oliver Reed. Utilizo el término a la "antígua usanza" porque Aullídos es una película en la que al comenzar tiene un ambiente que es sin duda de puro terror, posee unos personajes perfectamente estructurados de manera que sabemos qué función tienen cada uno y el perfil que estos poseen (desde el malvado licántropo hasta el bueno de la película). Es una película de terror en el sentido estricto de la palabra; dándonos a veces ese agradable sabor que tuvieron los tebeos de la E.C, pero hecho para un público conocedor de este género que ya ha madurado y conoce a este tipo de monstruos. Si me permiten la expresión, Aullidos es como si se tratase de un largometraje de "Tales from The Crypt" con un buen presupuesto y con un guión menos canalla y más chicha.


John Landis, por su parte, acostumbrado a la comedia, logró con esta película acercar a la vida real y/o cotidiana los monstruos clásicos. ¿Qué ocurriría si un hombre con los dientes como patatas fritas se nos acerca haciendo "uuuuuhhh-uuuuuh!!!" hacia nosotros? Pues la reacción más natural sería mandarlo a paseo o reírnos de él. Pero qué ocurre realmente si ese de los dientes es un monstruo de verdad, ¿cómo lo recibimos, como actuamos? Sólo Landis pudo hacer eso, es decir, él fue capaz de hacer que funcionase la existencia de lo irreal en el mundo real de un modo excelente. Nos hizo plantearnos situaciones terroríficas como si esos monstruos existieran de verdad...

¿Da demasiada risa para que de miedo o da demasiado miedo para que risa? El horror de lo sobrenatural irrumpe en la vida de dos amigos universitarios que son carne y uña. Ambos están haciendo ese tipo de viajes que tanto les gusta hacer a los universitarios: a la aventura y descubriendo mundo. Aunque en este caso por las profundas zonas de la Inglaterra rural. Como amigos que son hablan de cosas cotidianas (charlas que cualquiera de ustedes mantendrían con su amigo del alma si estuvieran dando un paseo). En este caso Jack Goodman (interpretado por el genial Griffin Dune) le cuenta a su mejor amigo David Kessler (David Naughton) lo mucho que le gustaría acostarse con Debbie Clane, su amor platónico desde la infancia. Agasajados por el frío y por el hambre llegan a un pub donde no son recibidos con amabilidad (debido a razones que ustedes tienen que imaginarse perfectamente). A pesar de ello les dejan pasar, y Jack y David se preguntan porqué hay un extraño símbolo de protección en la pared del pub (llegando ha hacer algunas elucubraciones sobre símbolos de protección para hombres lobo, como le dice Jack a David haciendo alusión al El Hombre Lobo de Lon Chaney Jr y la marca del hombre lobo que lucía en el film). Más tarde acaban saliendo del pub y se desvían de la carretera llegando a perderse por los páramos a pesar de los avisos de la gente del pueblo [*]. Pero, ¿quien de jovencito no ha hecho caso omiso a las advertencias de peligros y ha actuado como si tuviera toda una vida por delante?

Jack es brutalmente atacado por un lobo enorme el cual deja un cadáver destrozado y sanguinolento. Esta es otra escena que Landis hizo con mucho ojo, pues si en la vida real puede llegara a ocurrir esto, es muy probable que el otro amigo instintivamente huya (aunque a mitad se arrepienta y vuelva a socorrerlo cuando ya es demasiado tarde). Así pues, David es atacado de nuevo por la bestia y consigue salvarse cuando la gente del pueblo la abate a tiros, resultando (SPOILER) ser que el licántropo era en realidad el pastor que les lleva en su camión de ovejas hasta el pueblo donde transcurre todo (una extraña simbología donde el lobo es a la vez el que protege al rebaño). Durante ese estado de convalecencia, David está siendo atendido por médicos y enfermeras, y mientras permanece en su estado de semiinconsciencia comienza a fundir las palabras de estos con los hechos acontecidos en una serie de sueños extraños y pesadillas (muy simbólicas, sobretodo una vez se ha visto el film). Seguramente que después de haber tenido un trauma, nos ocurriría algo parecido. ¿Es perfectamente normal, no? David allí conoce a una enfermera; la enfermera Alex interpretada por Jenny Agutter (La fuga de Logan, 1977), con la que entabla una estrecha relación. De hecho le hace mucha compañía y le lee "Un Yanki en la Corte del Rey Arturo"… cosa bastante curiosa pues este libro se podría incluso entender irónicamente como una versión terrorífica del título que reza el mismo nombre del film.


Durante la película a David se le aparece de una manera fantasmagórica, o mas bien terrorífica, como si de un muerto viviente se tratase, su mejor amigo Jack. Pero no se le aparece de una manera clásica, con una voz de ultratumba y haciendo aspavientos. No olvidemos que hablamos del mejor amigo de David, así que lo primero que le cuenta Jack a David mientras le gorronea su desayuno (típico de amigo cuya confianza da asco), es que Debbie Clane fué a su entierro; que lloró mucho, pero se fue a buscar consuelo acostándose con un notas que ambos conocen. Landis hizo con este diálogo algo maravilloso y genial; pues no es un fantasma que viene a asustarte... Estamos frente a dos amigos que hablan de cotilleos como si nada hubiera ocurrido. Sin duda Landis demuestra fundir el terror con la vida cotidiana de una manera que funcione de manera conmovedora. Pero no todo es bonito, Jack ha venido a contarle a su amigo lo qué ocurrió de verdad y como tiene que acabar todo esto. No se lo dice para asustarlo, se lo dice porque es su amigo, lo quiere y no quiere que sufra o que haga los actos horribles a los que está destinado un hombre que lleva la marca de la bestia. ¿Pero qué puede pensar un hombre en la vida real? Sencillamente que está perdiendo la cabeza. David es un hombre joven bueno y lleno de pasiones, y asustado busca consuelo con Alex, con la que terminará teniendo una relación amorosa.
Pero Jack vuelve para continuar atormentando a David (no, atormentarlo no, es su amigo, solo lo avisa, no puede hacer más, está muerto...muerto viviente), Pero David aparte de pensar que cada vez está peor de la cabeza comienza a enfadarse con su amigo fantasma por decirle cosas que él no está dispuesto a aceptar... Alex frente a la aptitud de David piensa que solo se culpa a si mismo de lo que ocurrió (algo muy comprensivo, y muy real, pues no olvidemos que estamos hablando de una historia que ocurre en el mundo real que todos conocemos).


Pero ocurre lo inevitable; se convierte en una bestia en posiblemente la mejor metamorfósis orquestada por Rick Baker y contrastada con la versión de Sam Cooke de "Blue Moon" (muy interesante contraste; pues hasta entonces las metamorfosis de las peliculas de licántropos iban acompañadas de una música terrorífica). En Aullidos la transformación que vemos es una transformación la cual es dominada a voluntad, donde el licántropo experimenta una sensación de placer y adrenalina. Pero esta transformación es con diferencia más dramática. Hasta la fecha de entonces las transformaciones de hombre a bestia se componían a base de poner plano sobre plano hasta dar con el especto final del monstruo. En el film de Landis la transformación que vemos es una transformación en la que se plantea qué ocurriría cuando tus huesos se retuercen o tus músculos se estiran de una manera antinatural. Obviamente que te dolería de una manera espantosa... ¿Se imaginan lo que debe doler que tu tabique nasal se estire junto a tu mandíbula? Todo eso y más se ve durante esta terrorífica (y a la vista muy dolorosa) metamorfosis. Cuando David despierta desnudo en un zoo sin saber como ha llegado ahí, se encuentra para su sorpresa pletórico y lleno de energía (esto es un clásico en los licántropos, pues una vez se transforman, al día siguiente se sienten estupendamente, con un gran apetito por la comida, el sexo, etc...). Durante el transcurso de una escena él se entera de unos crímenes acaecidos la noche anterior en diversos puntos de Londres e instintivamente sabe que ha sido él. Así que intenta mantener lejos de sí mismo a Alex, pues ahora la ama y no quiere hacerle daño, solo quiere que lo detengan. De hecho intenta suicidarse no sin antes llamar a su familia de la cual solo logra hablar con su hermana de diez años en uno de los diálogos más conmovedores de la película; pues él se está despidiendo de ella y ella no le entiende.


Ahora damos con la última vez que verá a Jack el cual le cita para hablar en privado en un cine porno. Su aspecto es horrible, pero no tan horrible a como se siente David. David le pide disculpas como solo un amigo arrepentido es capaz. ¿Quien no se ha encontrado pidiéndole perdón a un amigo íntimo consciente del error que ha cometido? De nuevo Landis nos aparta del terror solo para hacernos entrar en un cotidiano diálogo de dos amigos donde uno le dice al otro el pedazo de idiota que es ("si estuviera vivo te diría que sí; que te lo dije, pero sí... te avisé... capullo"). Pero ahora Jack no está solo, le presenta a más victimas que David ha matado la noche anterior y estos le agasajan (algunos de una manera y comprensiblemente más violenta que otros), y le piden que se suicide. Tal es la tensión entre estos muertos vivientes que Jack, más descompuesto que nadie, tiene que ponerse a defender a su amigo empezando a enfadarse con algunos de los no muertos. Esta escena sería conmovedora de lo corriente que es, sino fuera porque estamos hablando de muertos vivientes condenados a caminar por la tierra hasta que el último Hombre-Lobo muera.


A mi humilde entender pienso que Un Hombre Lobo Americano en Londres es pues casi un melodrama que habla de amor y amistad. Un film que aborda como funciona lo sobrenatural en el mundo "real", utilizando como trasfondo la deliciosa música de Elmer Bernestein (Thriller, 1982), que compone una banda sonora melancólica y que nada tiene que ver con la terrorífica y (repito) onírica banda sonora de Pino Donaggio.


Aquí les dejo este video, en el que vemos la metamorfosis de la peli de Landis, pero en lugar de la canción de Sam Cooke, tiene el score original de Elmer Bernstein... Tremendo.





Aullidos por Juan Pedro Rodríguez.

Se podría decir que los 80 fue la edad dorada de los films sobre licántropos, y buena parte de culpa la tiene estas dos míticas películas que no solo pusieron de moda este género, si no que revolucionaron el mundo de los efectos especiales de una vez por todas. Rick Baker, el original encargado de elaborar los fx de la película de Dante, tuvo que abandonar Aullidos, tal y como se dice en la reseña anterior, por su compromiso con John Landis, director que venía de dirigir dos éxitos de la talla de Desmadre a la americana y sobretodo, Granujas a todo ritmo, y con el que ya había colaborado en El Monstruo de las Bananas, diseñando el gorila de la película. Así pues, le pasó algunas instrucciones a uno de sus aventajados alumnos, y de ese modo Rob Bottin, pasó a desarrollar las increíbles transformaciones que se dan durante el film (en las que incluso llegó a utilizar preservativos que al hincharlos debajo del maquillaje y los ropajes, daba la sensación de que estabamos asistiendo a mutación en vivo y en directo, y además lo más importante, todo ello sobre el mismísimo actor).


No cabe decir, que por ese motivo, por tener ese estatus de precursoras (aunque Aullidos se estrenó antes que la película de Landis), siempre haya existido cierta rivalidad entre ambas. Como todo el mundo sabrá, estamos ante dos películas de indudable calidad y con muy buenos aciertos. En el caso Un hombre americano en Londres, contamos con el ingenioso uso de la música que Landis utilizó para la película, llegando a utilizar una canción como Blue Moon de Sam Cooke, para la espectacular metamorfosis de nuestro desdichado protagonista (David Naughton), u otorgar de cierto humor algunas escenas en teoría dramáticas-terroríficas (véase cuando Naughton implora que le encierren y comienza a despotricar contra la reina y Shakespeare, o la escena en la que comienza a transformarse en un cine porno ante la atenta mirada del acomodador que, en pocas palabras, piensa que se la está cascando). Pero el principal problema que estriba la película de Landis, es que sus indudables hallazgos se quedan a medio gas. La historia, que en realidad bien podría ser la típica historia de dos amigos que se separan por una mujer, no consigue aposentarse en ningún género en concreto. La música por su parte, aún siendo original debido al tratamiento atípico (para una película de terror) que le aporta Landis, hace aguas en otros tantos, ya que, al escuchar algunas hermosas partituras de Elmer Bernestein, con ciertos ribetes dramáticos, no hacen más que descolocar al espectador. Una cosa es que suene de fondo Blue Moon en uno de los puntos álgidos de la película, todo un acierto, pero otra muy diferente es que no se pare de jugar con estas ambivalencias durante todo el metraje, ya que llega un punto en que uno no sabe exactamente como actuar ante lo que está viendo y por consiguiente, esas innovaciones fraguan estrepitosamente.


Tal es el caso de la transformación del hombre lobo, en la que muy acertadamente Landis intenta mostrárnosla en todo su apogeo (utilizando mucha luz) y con todo lujo de detalles, para más adelante meternos de sopetón a un enorme lobo cuadrúpedo en planos muy cortos y en los que canta como una almeja que se trata de una máquina en vez de la siempre caracterización del hombre maquillado de bestia que hizo grandes a películas como El hombre lobo de George Waggner o La maldición del hombre lobo de Terence Fisher. Este es sin duda un fallo garrafal, ya que, por poner otro ejemplo algo más moderno, podemos ver que en la irregular La maldición de Wes Craven, - en los que Baker también estaba a cargo de los efectos especiales - , la bestia, muy similar en su diseño al de la película de Landis, tiene mayor espectacularidad al postrarla sobre sus dos patas traseras. Por ese motivo, y sin quitarle ningún merito, pues como he dicho, los tiene, Un hombre lobo americano en Londres es bajo mi punto de vista una buena película que podía haber sido un excelente film sobre la temática licantrópica. Pero según mi humilde criterio no lo consiguió (o al menos, siendo justos, no del todo).


Por otro lado, nos encontramos con su hermana pequeña, Aullidos, (aunque como he dicho anteriormente, vio la luz un año antes). Con un presupuesto bastante inferior y bajo la distribución de la mítica AVCO Embassy Pictures, Joe Dante, otrora editor de la factoría Corman (1) y director de una de las grandes y modestas joyas de los 70, Piraña (1978), abordaría con esta película una especie de cuento violento y sexual, sobre el lado oscuro del hombre y que contaba con un guión a cargo de Terence H. Winkless y John Sayles (2), basado en una novela de Gary Brandner y que se aposenta de manera plausible sobre los cimientos del género, despertando cierta melancolía en los amantes del cine clásico de terror gracias a esa ambientación con ese bosque lleno de niebla, así como por varios guiños cinéfilos.


El caso más llamativo son los nombres utilizados para los diferentes personajes de la comuna (en realidad alobados), así como otros que pululan por la película, que son llamados como algunos directores que han llevado a la gran pantalla el mito del hombre lobo. Así pues, por ejemplo, nos encontramos con el doctor George Waggner, con un personaje llamado Terry Fisher (Terence Fisher), Fred Francis (Freddie Francis), Erle Kenton (Erle C. Kenton) e incluso aparece un personaje muy secundario llamado Jack Molina (Jacinto Molina).
El reparto nos ofrece algunas caras conocidas, tal es el caso del “vengador” Patrick Macnee, Dee Wallace (Las colinas tienen ojos de Wes Craven, 1977), que durante el rodaje comenzó una relación con el actor televisivo Christopher Stone (un relación que duró hasta la muerte del actor en 1995 de un ataque al corazón), el recientemente fallecido Kevin McCarthy (R. I. P.), Slim Pickens (Teléfono rojo: volamos hacia Moscú de Stanley Kubrick, 1964) o el gran John Carradine en un papel que sin duda aporta un punto extra al film (pues nos encontramos ni más ni menos con el Conde Drácula de The House of Dracula, esa obra maestra de la Universal en la que el Larry Talbot encarnado por Lon Chaney Jr. lograba acabar con su maldición).



Aullidos comienza como si de un sórdido thriller se tratase. Karen White (Dee Wallace), una presentadora de informativos, es acosada por un maníaco homicida llamado Eddie (un irreconocible y primerizo Robert Picardo), así que accede a colaborar con la policía y se coloca un micrófono oculto para tener una cita con él y así poder capturarlo. El lugar donde ambos quedan es ni más ni menos que un sex shop, y Dante no escatima en utilizar las luces de neón de los carteles para dotar a la escena de cierto ambiente malsano y de peligro. Entonces White se mete en una de las cabinas para comenzar a ver una cinta pornográfica. La escena está compuesta magistralmente, puesto que mientras Karen observa la película, Eddie aparecerá por detrás y comienza a transformarse en hombre lobo. Nosotros, al igual que Karen, no llegaremos a ver la transformación ya que el proyector, que está justo detrás de él, lo envuelve en un potente haz de luz. De ese Joe Dante logra un potente golpe de efecto en el espectador ya que nos mete de lleno en una escena de lo más inquietante con la única ayuda de una película porno, un proyector, una sombra que dice “date la vuelta y mírame” y nuestra imaginación. No vemos nada, pero tampoco lo necesitamos, ya que en este primer encontronazo entre la decencia y lo depravado, la imaginación del espectador juega un papel muy importante. Como habrán podido observar los que han visto la película, esta secuencia escenifica metafóricamente como el mal emerge del sexo sucio y la violencia.


Finalmente el alobado acaba acribillado a tiros y Karen sale sana y salva. Todo ha pasado y el espectador respira aliviado, Dante incluso se llega a tomar la licencia de aportar unas pequeñas gotas de humor cuando el dependiente del sex shop dice “oh, mierda… sabía que me daría problemas”, en referencia a Karen.


Karen acaba traumatizada por lo que ha “visto”, así que comienza a tener unas horribles pesadillas en las que no deja de ver la figura de Eddie envuelto por la luz que emite el proyector de cine. Así que ésta y su idílico esposo (Christopher Stone) deciden marchar a un plácido lugar aconsejados por una especie de psiquiatra especializado en el lado oscuro del ser humano, el Doctor Waggner (Patrick Macnee). En esa comuna situada en mitad del bosque se toparan con una serie de personajes de lo más pintorescos, de los cuales cabría destacar el personaje de un viejo llamado Erle, que cansado por la edad (y ya sin dientes para masticar la carne), ve como los demás, más jóvenes y llenos de energía, bailan, se divierten y se dejan llevar por el juego del amor (y el sexo), así que de ese modo, empujado por un halo de melancolía intenta suicidarse, pero rápidamente los demás miembros de la comuna le impiden que lo haga, diciendo a Karen y a su marido que al viejo Erle se le va a veces la cabeza.


También nos encontramos con la morbosa Marsha (Elisabeth Brooks), una preciosa mujer no exenta de cierto aspecto primitivo y feroz que pronto comenzará a acechar al marido de Karen, un tipo aparentemente correcto y fiel (y vegetariano), que poco a poco irá sucumbiendo a sus encantos (y a los placeres de la carne). Más adelante el marido de Karen abandonará el lecho conyugal en mitad de la noche para tener un escarceo sexual con Marsha. Ambos se enfrascarán en una tórrida e inquietante cópula que terminará con los dos amantes transformándose en licántropos (en esta escena es más que evidente el poco presupuesto con el que contó la película, ya que al no disponer de dinero suficiente para más efectos especiales, tuvieron que terminar la transformación con una secuencia animada).


Inmediatamente Karen, ante las sospechas de que su marido ya no es tan fiel como imaginaba, verá como este también aparece en sus pesadillas llegándolo a ver como un temible licántropo más. No por menos, él también ha caído en el lado salvaje del ser humano… Mientras tanto, dos reporteros compañeros de Karen descubrirán que Eddie había estado en la comuna y que en realidad formaba parte de ella. Al parecer, el refinado Dr. Waggner, era en realidad un licántropo que intentaba mantener oculta una pequeña comunidad de licántropos y que estos se volvieran "civilizados".

Aullidos también hace hincapié en el truculento y morboso mundo de la televisión, una ventana a la violencia de la sociedad “civilizada”, que hacia el cenit de la película alcanza su máxima expresión en una escena que me dejó gravemente aterrorizado cuando era pequeño: Karen finalmente logra salir con vida de la comuna y vuelve a los informativos, pero en vez de leer las noticias se pone a avisarnos de los peligros que nos envuelven, y para que todo el mundo la crea, comienza a transformarse en una mujer-lobo mientras grita de una manera desgarradora. Llegados a este punto, incluso se nos llega hacer un pequeño homenaje a La maldición del hombre lobo de Terence Fisher, cuando la tierna mujer-lobo comienza a llorar antes de ser acribillada a balazos por su colega (Dennis Dugan). Una vez más, y para dar de nuevo un respiro al espectador, Dante termina la escena con una nueva muestra de humor gamberro, pues después de algo tan trágico y terrorífico nos percatamos que los espectadores se toman más o menos como una broma pesada lo que ha pasado, demostrando a su vez que la TV convierte peligrosamente la violencia en algo trivial por no decir que en meros divertimentos. Un final que pone el broche de oro a la última gran película sobre hombres lobo que se ha realizado.



Aunque también es verdad que no todo es gloria para esta película y que también tiene sus cosas malas. El principal problema que le encuentro es que un hombre lobo siempre tiene que sentirse desdichado por sus actos, al fin y al cabo está maldito, y en Aullidos, aún quedando reflejado que algunos no están contentos con lo que son (de hecho, no olvidemos que se trata de una pequeña comunidad de hombres lobo que pretende civilizarse), pasa muy por encima este tema. Lo mismo da que los hombres lobo se transformen a su conveniencia y no bajo el influjo de la luna llena, lo que realmente me molesta es que el personaje de Eddie, el principal malvado del film, es casi un completo desconocido para el espectador y eso no debería haber sido así… No sabemos casi nada de él y no nos hace participes del sufrimiento que, como todos sabéis (queridos alobados míos), en realidad conlleva ser un hombre lobo.


Como último apunte me gustaría establecer otra curiosidad como nexo de unión entre ambas películas. Tanto en Aullidos como en Un hombre lobo americano en Londres, se exhiben películas porno y en este terreno ambas tienen algo que ver. En primer lugar la bellísima actriz porno Annette Haven, rechazó un papel (supongo que sería el de la exuberante Marsha) por la violencia del guión, mientras que la pechugona Linzi Drew, una de las protagonistas de la cinta pornográfica de Landis, se convertiría en actriz de cine para adultos y contó en su haber títulos como An american Buttman in London.



[*]
Pequeño guiño a la incursión de la Fox en la temática licantrópica con la notable The Undying Monster (1942) del maestro John Brahm.
(1) Roger Corman realiza un brevísimo cameo.
(2) En su segunda colaboración con Dante tras Piraña, y que en el film realiza un breve y divertido papel como encargado de la morgue.