“Ningún hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por dejar de serlo”. Clive Staples Lewis.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Psicotronía licántropa (V): Colmillos, el hombre lobo (1993)




Dir. René Cardona III.

En este espacio ya hemos dado fe de lo que René Cardona III puede dar de si con el film que abordamos hace unos meses, Alarido del terror. Pese a ello, se podría decir que aquella película protagonizada por Hugo Stiglitz no estaba demasiado ligada con el subgénero de los hombres lobo, pues la bestia peluda en cuestión, tal y como dijimos, terminaba siendo un espíritu maligno que se quería apoderar de una niña. Tres años más tarde, por el contrario, encontramos dentro de la filmografía de Cardona III esta exquisita pieza de serie Z protagonizada por Miguel Ángel Rodríguez, Olivia Collins y José Elías Moreno que se adentra en la temática desde un punto de vista bastante interesante. Digo “exquisita” porque a pesar de su clara falta de medios, Colmillos, el hombre lobo no escatima en mostrarnos una de esas transformaciones en hombres lobo “como” (véase el entrecomillado en el “como”) las que se hicieron en Aullidos o Un hombre lobo americano en Londres. Para ello, el director mexicano utilizó planos muy cerrados de la criatura para así evitar que se pudieran percibir en demasié la falta de medios de la que hace gala la película. Por lo tanto, a pesar de saber que este ejemplar lobuno es cuadrúpedo, jamás lo llegaremos a apreciar del todo. Los ataques de la bestia por su parte, también están construidos del mismo modo: con primeros planos de la bestia y sus zarpas, y primeros planos de la víctima. Aún así, cabría decir que Colmillos, el hombre lobo tiene un nivel de casquería bastante considerable ya que, aún no mostrando mucho, consigue ser bastante sangrienta… Tal vez sea por esa épica escena en la que utilizan un caballo muerto de verdad (con todas las tripas colgando), mientras que nuestro protagonista despierta desnudo y lleno de sangre a su lado. Desde luego, no sabemos si al animal lo mataron para la ocasión o aprovecharon uno que llevaban al matadero, pero Miguel A. Rodríguez tuvo el suficiente estómago para soportar el olor a sangre y descomposición que se intuye en la escena (véase esas pegajosas moscas que revolotean por el establo).  

La tía de la manta...
Fíjense en los bonitos gallumbos que luce Miguel A. Rodríguez en Colmillos, el hombre lobo. Sexys, sexys...
Así comienza la transformación...
La sinopsis tampoco podía ser menos estimulante. Tomen buena nota: Cristóbal (Miguel Ángel Rodríguez) tiene un sueño en el que se le aparece una misteriosa deidad indígena llamada Tara (Julieta Rosen) y ésta le ofrece una misteriosa figura con forma de lobo que contiene unas valiosas gemas, y le dice que si hace un buen uso de ella logrará ser feliz. Cosas de la vida, cuando Cristóbal despierta encuentra justo delante de él la extraña figura con la que había soñado, así que como su vida no es demasiado boyante decide vender las gemas para augmentar su patrimonio. Ya no tendrá que conformarse con ser un simple trabajador del hipódromo y Román (José Elías Moreno), un hombre adinerado, no seguirá amañando las carreras y cometiendo las mismas injusticias. Así pues, gracias al dinero que consigue, Cristóbal comenzará a ser considerado dentro del hipódromo e incluso comprará algunos caballos muy valiosos para competir en las carreras… pero cuando llega la noche y la luna llena brilla en el cielo… Ay madre… Cuando la luna llena sale Cristóbal queda maldito y se convierte en hombre lobo. Pero para más inri tendrá que ir liquidando a todas las personas a las que le vendió las gemas para recuperarlas. El problema surge cuando una de esas gemas se la regalo a Susana (Olivia Collins), su amada…

"We will Rock you..."
Aquí les dejo algunos momentos de la "transformación".



Colmillos, el hombre lobo tiene el acierto de tener cierta aura de fatalismo y como toda cinta de licántropos que se precie terminará en desgracia. Miguel Ángel Rodríguez, un actor que lleva a sus espaldas más de doscientas películas (la mayoría directamente para video), realiza una interpretación muy convincente (con el lastre de tener algún que otro momento de “telenovela” muy propia de estas producciones mexicanas [véase ese lacrimógeno final que pone los pelos de punta de la rabia que da]), y sus transformaciones en lobo son mostradas como unas metamorfosis muy dolorosas que recuerdan levemente a las que sufrió David Naughton en la cinta de Landis, pues aquí a nuestro alobado también le da por chillar y desnudarse. Como es lógico, los resultados distan mucho de los vistos en Un hombre lobo americano en Londres pero, repito, a pesar de su raquítico presupuesto están mucho mejor de lo que cabría esperar.
Suponemos que era más barato matar un caballo de verdad, que hacer un montón de tripas artificiales.


Un lindo gatito muerto... Como ven, en esta producción los animales SI padecieron un poquito... 
Miguel A. Rodríguez, un actor de "método". ¿Qué se tiene que comer carne cruda? ¡Pues se come y punto!
Así que ya saben, si alguna vez tienen la ocasión, - actualmente sólo se puede encontrar en DVD de importación (al menos que yo sepa) -, no duden en contemplar esta estimulante película que es desde ya, una pequeña joya psicotrónica a tener en cuenta.

¡Hasta la próxima luna llena!