“Ningún hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por dejar de serlo”. Clive Staples Lewis.

martes, 3 de julio de 2012

13 HRS. (AKA NIGHT WOLF) (2011)



Dir. Jonathan Glendening.

Sarah (Isabella Calthorpe) vuelve a su antiguo hogar después de muchos años. Una vez llega se percata que nada parece haber cambiado: su padre sigue amargado por las deudas y sus hermanos y amigos, siguen siendo unos estúpidos irresponsables cuya principal meta es drogarse y fornicar todo lo que puedan. Su madre, por otro lado, separada desde hace años del padre de Sarah, también llegará a casa durante esa noche cargada de misterios.


Piensen bien en ello, una casa en mitad del campo, una noche, un grupo de chavales y un hombre lobo. La cosa pintaba bien, pero esta vez ni el escaso presupuesto ni el guión consiguen llevar a buen puerto esta excelente premisa. Y es que todo en Night Wolf (o 13 Hrs.) es más que predecible y está cargado de estúpidos clichés. Que si los jovencitos fuman porros y beben, que si les entran las ganas de follar cuando van a morir, que si ahora meto una torpe intriga para dar la sorpresa al final. ¿Sorpresa? ¡Qué sorpresa, por favor! Supongo que al leer la escueta sinopsis con la que hemos empezado, más de uno sabrá quien es el hombre lobo de la película. ¿O debería decir la mujer lobo de la película? Si amigos, pero no sólo una licántropa aparecerá en este film, sino dos y además mantendrán una “intrépida” lucha final.


Una vez expuesto que en esta “Night Wolf” la cosa no funciona muy bien y que se quedan a medias en todo (no hay apenas violencia, nada de tetas [pese a que algo de sexo hay] y es tan políticamente correcta que vergüenza da en algunos momentos), vayamos directos al grano y centrémonos en lo que nos interesa, los licántropos. Pues bien, como era de esperar no conseguimos ver al alobado en cuestión hasta el final de la película. Si, ya sé, el presupuesto no da para tirar cohetes y hay que evitar derrochar la pasta todo lo que uno pueda, pero claro, luego llega la aparición del lobo humano y la tragedia cobra dimensiones desproporcionadas. Y es que porque sabemos de antemano que la película va de hombres lobo - hasta uno de los protagonistas define al monstruo como un enorme “perro rabioso" - porque si no es por ello ¡quien iba a decirnos que lo que estamos viendo es un hombre lobo! Para empezar, el ejemplar que aparece en el film no tiene ni un solo pelo por el cuerpo. Pero no sólo eso, una vez la persona maldita recobra su forma humana comprobaremos que, por arte de magia, ha perdido toda el pelo de la cabeza (que no de las cejas y, suponemos, de las zonas más íntimas [eso hubiera estado bien, eh… Imaginen que se quede calva pero que el bello púbico permanezca intacto, una pena que hayan sido tan cobardes a la hora de enseñar carne]. También comprobaremos que gracias a una mordedura de licántropo uno se recupera más rápidamente de las heridas y que se vuelve mucho más ágil. Sólo eso, pues como hemos apuntado, todo resulta bastante pobre. Pobre en presupuesto (algo que en realidad, no tiene porque importar), en intenciones y en ideas. Una lástima.