“Ningún hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por dejar de serlo”. Clive Staples Lewis.

miércoles, 12 de octubre de 2011

LA MALDICIÓN DE LA BESTIA (1975)





¡FABULOSOS TÍTULOS DE CRÉDITOS INICIALES!

Dir. Miguel Iglesias Bonns.

Si por algo se ha caracterizado las entregas de nuestro licántropo patrio, Waldemar Daninsky, es porque, ya sea con mejores o peores resultados, sus aventuras siempre se han visto ligadas a un potente collage de influencias que van desde la ci-fi pura y dura (Los monstruos del terror) a los típicos vampiros, pasando incluso por los samuráis (La bestia y la espada mágica). La película de esta luna llena es La maldición de la bestia que, tal y como comentemos hace unos cuantos plenilunios en aquel post sobre los bigfoots, tiene el privilegio de unir en un mismo film al hombre lobo y al hombre de las nieves. Pero es que, además, La maldición de la bestia no escatima en rizar aún más el rizo trasladando la acción al mismísimo corazón del Tibet (que para la ocasión se utilizó la bella comarca de La Vall d’Aran, situada en el pirineo catalán), e incluir en el argumento a una panda de malvados mongoles y unas misteriosas “mujeres lobo” (¿?) que, por lo que se dice, son las que propagan la maldición licántropa (con la famosa marca del pentágono) a nuestro querido Waldemar Daninsky.

"¿Qué haces?".
"Na, aquí comiéndome una mano de plástico".
"Ah...".
"¿Y tú?".
"Pues lo mismo, tonta".
Aquí la mujer lobo se parece a la Pantoja. ¿Recuerdan aquel escalofriante corte que emitieron por televisión en el que la artista arremetía contra las cámaras? Pues ahí, ahí se parece.
Este rizo rizadísimo, no era más que un modo de buscar una vía de escape a las algo desgastadas peripecias del hombre lobo de Naschy. Miguel Iglesias Bonns, director algo irregular que ya había probado el género de aventuras con Kilma, reina de las amazonas, Tarzán y el misterio de la selva y La diosa salvaje, - esta última también con el astro madrileño -, sería el encargado de llevar a la gran pantalla este delirio exótico que, desde luego, es puro cómic. No sólo por lo estimulante de su propuesta o por sus extraños títulos de crédito (sin lugar a dudas, los mejores créditos iniciales de toda la filmografía “daninskyana”), sino por su exquisita y psicodélica fotografía, obra de Tomàs Pladevall. Lamentablemente, puede que el bueno de Bonns no fuera el mejor director para realizar una de las entregas más impactantes de la saga Daninsky, pues su torpe realización tira por traste cualquiera de los hallazgos que pudiéramos encontrar, y te deja con una extraña sensación de impotencia que se vuelve desesperación cuando, en el momento álgido de la película, en el momento de la batalla entre el yeti y el hombre lobo, Bonns, debido a lo chapucero del diseño de la criatura, opto directamente por no ofrecernos ni un bonito plano de la bestia peluda. Así pues, aquí el yeti pasa con más pena ni gloria. Es una sombra sin personalidad que lucha, eso si, contra un Waldemar Daninsky, más feroz y pizpireto que de costumbre. Pero es que además, por si fuera poco, dicha pelea también se vería entorpecida por la utilización de filtros que, a la manera de "la noche americana", oscurecian la imagen y que en las producciones de la época se solían utilizar mucho para abaratar costes y rodar de día las secuencias que tenían que ser de noche. Este lastre, desde luego, causó mucho mal en nuestro fantaterror patrio y en La maldición de la bestia alcanza dimensiones trágicas.

Naschy a la última. Preparado para ir a la montaña de excursión... Recién salido del Decathlon.
Victor Israel... ¿Te has fumao un porro? Amparo, Po-zi... 
Fíjense que bonita maqueta construyeron para la ocasión.
Por la raja de tu falda yo tuve un piñazo con mi Seat Panda...
Aquí nuestro querido Waldemar Daninsky se inmiscuye por las montañas del Tibet en busca del abominable hombre de las nieve, es decir, del yeti, después de que un grupo de excursionistas desaparecieran en su intento. Así que, con la ayuda de un fumador de opio que luego le dejará tirado, - el mismísimo Victor Israel -, se adentrará por los parajes montañosos del Tibet y caerá en las garras de dos mujeres lobo, dos demonios, dos caníbales, si quieren, que le maldecirán con el marca del pentágono. Waldemar Daninsky pues, sufrirá durante las noches de plenilunio unas plácidas transformaciones (aquí nuestro licántropo permanece tumbado mientras se transforma) que lo convertirán en lobo. Por si fuera poco, ante su desaparición, otro grupo decide emprender su búsqueda sin ser conscientes del terrible peligro que corren sus vidas. Pues no sólo andan por ahí el yeti y el hombre lobo, que va, por ahí también andan un grupo de mongoles liderados por el malvado Sekkar Khan (Luis Induni) que, a modo de Fu-Manchú, también tendrá una acompañante (que no su hija) llamada Wandesa (Silvia Solar) que resultará igual o más diabólica que él, y someterán a unas escalofriantes torturas a nuestros desdichados protagonistas (vean sino ese empalamiento rollo Holocausto Caníbal).

No sé si alguien se ha dado cuenta, pero a este tío le han metido un palo por el culo (y con los pantalones puestos). 



Aquí, unos bonitos fotogramas de Waldemar Daninsky...
Una de las razones por la que también puede ser recordada esta película, es por ser la única de la saga que tendría un happy end. (Recordemos que los filmes de hombres lobo suelen terminar en desgracia, aunque existen excepciones, ahí tienen La mansión de Drácula, sin ir más lejos). En La maldición de la bestia, una entregadísima Mercedes Molina (aka Grace Mills), encontrará la cura para devolver a su amado Waldemar Daninsky su forma plenamente humana. Y es que, ofreciendo un claro guiño a El lobo humano, la utilización de una flor nepalí (llamada para la ocasión, carmesí) mezclada con la sangre de la bella damisela consigue poner fin a la maldición de la bestia.



This is a love story... Ahora van a un motel de carretera.
Por último cabría decir que, pese a que la película fue presentada con todos los honores, - Naschy, sin ir más lejos consiguió el premio al mejor actor en el Festival de Sitges de 1975 con abucheos incluidos -, esta fue la última apuesta de Profilmes junto al insigne Waldemar Daninsky. Tuvieron que pasar cinco años para que fuera el propio Naschy quien llevara de nuevo a su famoso personaje a la gran pantalla con la potentísima El retorno del hombre. Magistral de veras.

Fíjense en el "peazo" salto que pega Waldemar...
Hasta la próxima luna llena, amigos, ahora me voy a comer un par de magdalenas con ajo y un chorrito de menstruo, ya que, según dicen, va bien para aclarar la voz. ¡AAAAUUUUUUUUUUUUU…..!


Nota: ruego perdonen los comentarios a píe de foto. Hoy estoy tontísimo...