Roy Ward Baker, director cuya
carrera se vio estrechamente ligada a la Hammer
con joyas como Kung fu contra
los siete vampiros de oro, Las cicatrices de Drácula o Dr. Jekyll y su hermana Hyde,
también tuvo algo de que ver con la productora rival de ésta, la Amicus , ya que en 1972 dirigió bajo
su sello Refugio macabro
y en 1980 realizó la primera película producida por Milton Subotsky tras la
muerte de la Amicus Productions ,
y cuyo nombre es El club de los
monstruos.
Dicha película cuenta tres historias de terror diferentes que están basadas en los relatos de Ronald Chetwynd-Hayes recogidos en su libro homónimo The Monster Club. Con ella, Subotsky intentaba recobrar el espíritu de terror de la mítica productora y darle un aire renovado interconectando los cortos de terror con unos temas musicales más actuales de grupos como Night, The Pretty Things, Brian A. Robertson o UB 40, obteniendo unos resultados de lo más irregulares. Y es que, si bien las canciones son de una calidad indudable, todos están filmados de una manera tosca, pobrísima y sin ningún atisbo de originalidad salvo, quizás, el tema de The Stripper Song de Night, en el que veremos un striptease con final “sorpresa” recreado mediante animación, y que, si lo comparamos con el Sucker for your Love entonado por Brian A. Robertson, rodado en un solo plano lleno de zooms sin sentido, nos parecerá una master piece.
Pero bueno, dejando de lado los momentos musicales del film que resulta más que obvio que son lo menos interesante, habría que centrarse en las historias de terror que un cortés vampiro encarnado por el mítico Vincent Price le cuenta a John Carradine. Tres historias de lo más variopintas y que giran en torno a un árbol genealógico encabezado por los tres monstruos principales del imaginario popular: el vampiro, el hombre lobo y el fantasma.
La primera historia, se podría decir que la más floja de todas, nos relata el intento de robo de una mujer a un misterioso anticuario (mitad licántropo, vampiro y fantasma), cuyo silbido mortal resultará el arma perfecta para llevar a cabo su venganza. La segunda, presentada en el disco-club por un productor de cine llamado Lintom Busotsky, en clara referencia al propio productor de la cinta, trata sobre una familia de vampiros que se verá perseguida por una especie de Van Helsing encarnado por Donald Pleasence y que resultará la única de las tres historias adornada con unas notas de humor bastante socarrón. Por último, en la tercera historia, la más conseguida de todas, un director de cine encarnado por Stuart Whitman buscará algunos exteriores para su película de terror e irá a parar a un pueblo habitado por unos misteriosos encapuchados zombificados que parecen salidos de El último hombre… vivo (The Omega Man, 1971) de Boris Sagal, que impedirán que se marche del pueblo.
El bueno de Subotsky. |
Caniche, más que lobo, jajaja... En fin, ya dí mi opinión sobre la peli en La Abadía (creo que es el mismo comentario). Sólo me queda desearte unas felices fiestas. Seguro que lo serán, ahora que estarás junto a tu familia y uno más...
ResponderEliminarFelices fiestas, Lazo, espero que todo te salga bien en este fin de año.
ResponderEliminarUn abrazo compañero